Bonsái significa seguir el flujo de la naturaleza. Por supuesto, muchos árboles salvajes tienen ramas antiestéticas o innecesarias y debemos reconocerlas cuando practicamos bonsái. Mientras trabajas con ellos, a veces tienes que recurrir a técnicas artificiales para realzar su valor visual. Sin embargo, se pueden usar tácticas adicionales para ocultar esas áreas que resulten menos atractivas mediante ramas y hojas, con el objeto de conseguir al final árboles que no parezcan antinaturales.

En última instancia, debemos usar ejemplos reales para crear árboles de aspecto natural. Es importante observar la naturaleza y considerar el entorno donde creció el árbol, así como sus propiedades y características individuales. Si se estudian las ramas de estos ejemplares, podríamos preguntarnos: “¿por qué engordó tanto esta rama y qué debo hacer con ella?” o, “¿por qué esta otra es tan delgada y cómo podría integrarla en el diseño”; pero lo fundamental es buscar que resulte una forma de apariencia creíble.

Los árboles silvestres que viven en laderas tienen troncos y ramas que generalmente acaban secándose después de pasar bastantes años a la sombra, mientras las partes que reciben mucho sol pueden crecer y prosperar. Es decir, los longevos árboles que han envejecido en la naturaleza suelen adquirir un aspecto mucho más singular. A medida que los pinos maduran, el número de acículas aumenta y como consecuencia del incremento de hojas, las ramas bajas y pesadas pueden dejar de recibir la luz solar directa que necesitan. El árbol comienza entonces a perder las ramas más cercanas a la base del tronco o aquellas que se amontonan juntas en localizaciones concretas. El espacio de esta manera se va creando de forma natural y cada rama individual, en su propio lugar, puede terminar encontrando su función. Esto es en lo que tenemos que pensar a medida que vamos formando la estructura de un bonsái.

Cuando consideres la forma de un árbol, utilizando como modelo un ejemplar natural, nunca debes olvidar el término japonés que hace alusión a esa característica «Kukanyubi«, que traducido al español sería «la belleza del espacio«. En la naturaleza, es necesario tener en cuenta los espacios entre las ramas, entre los troncos y entre ambos. En los bonsáis, también tenemos que añadir el espacio inducido por la maceta. Cuando diseñamos bonsáis los espacios están vivos y resulta un gran acierto saber mostrar la belleza de los mismos.

¿Alguna vez has visto un bonsái donde la copa se exhiba totalmente cubierta de hojas? ¿Dónde no haya equilibrio o alteración de las ramas y simplemente se pode como un árbol de jardín? Si actuamos de esta manera no lograremos ver la forma del tronco o de las ramas. Cuando veamos un árbol sin un estilo definido, comprenderemos la importancia del «espacio negativo«.

Al cultivar bonsáis, siempre deberemos tener en mente «la belleza del espacio«. Ese es el deseo y el significado contenido en la palabra «Kukanyubi«.

[Versión reinterpretada del escrito original publicado por Abe Kurayoshi en el siguiente enlace de su web: haz clic aquí…]