A raíz de los casos recientes detectados en Baleares y el primer positivo en la Comunidad Valenciana de infección de la bacteria Xylella fastidiosa, he creído conveniente matizar algunos puntos que pueden servir de ayuda, para entender mejor cómo podemos actuar los que nos dedicamos al bonsái respecto a esta nueva amenaza. Primero conviene conocer un poco a este patógeno. Se trata de una bacteria fitopatógena, de la clase proteobacteria con gran potencial de daño sobre algunas plantas y árboles. Ataca sin curación en la actualidad a diversos géneros de utilidad económica como la vid, el olivo, el almendro, el ciruelo, el melocotonero y el limonero, así como otras especies que no producen frutos como el laurel.

Los vectores o agentes transmisores de la enfermedad son insectos chupadores que se alimentan del floema. Una vez que el vector pica y succiona en una planta infectada, las bacterias pasan a su organismo y permanecen en las estructuras de alimentación del insecto, hasta que éste se traslada a otra planta para seguir nutriéndose, momento en el que las introducirá en el nuevo huésped. Las bacterias se instalan dentro del vegetal en los vasos del xilemapor donde circula la savia bruta y allí se multiplican llegando a obstruirlo, con lo que la planta deja de recibir agua y nutrientes comenzando a marchitarse hasta secarse.

De momento no existe ningún producto fitosanitario en el mercado que ataque a estas bacterias, por lo que debe ser la propia planta con sus defensas la que al final sea capaz de aislarla y crear un nuevo sistema vascular, con el que suministrar la savia necesaria para mantener sus tejidos vivos. Y ahí es donde tienen un papel muy importante que desarrollar los productos catalogados como fitofortificantes, que no son ni más ni menos que sustancias activadores de las propias defensas de las plantas, las fitoalexinas. Si un árbol es tratado con estos compuestos, tendrá un sistema de respuesta mucho más preparado para hacer frente a cualquier ataque y es así como logrará aislar la enfermedad, si ésta se encuentra en los estadios iniciales. Gozando de mayor vigor y vitalidad también podrá regenerar con mayor facilidad los vasos conductores de savia, que le permitirán superar la enfermedad o en su caso minimizarla.

Por citar solo algunos fitofortificantes, que poseen estudios científicos que avalan su efectividad frente a patógenos complejos, nombraremos dos que no resultarán difíciles de adquirir en cualquier centro especializado. El primero y más conocido es el fosfito potásico, que ha demostrado ser un gran remedio para enfermedades de difícil erradicación como la Phytophthora y otras con las que los productos químicos convencionales tenían baja respuesta. El segundo fitofortificante es el cobre sistémico (Cu-), que al no ser de contacto como el convencional consigue penetrar en el árbol y actuar dentro de él.

Para terminar conviene no ser alarmistas, pues si consideramos que el vector es un insecto que tiene un radio de acción limitado (capacidad de vuelo y/o dispersión determinado) y que en nuestros bonsáis normalmente llevamos un calendario de aplicaciones fitosanitarias estricto, para precisamente mantener las plagas bajo control, será bastante difícil que esta afección incida directamente en nuestra afición.