Marco Alfaro
(Albacete – España)

Aprovecho la oportunidad que me brinda Marcial de usar la sección de Alumnos de la web de la Escuela, para mostrarle mi más sincero agradecimiento por todos los conocimientos que me está aportando, que han supuesto un cambio radical y profundo en mi forma de ver el bonsái y entender su filosofía y todo el universo que lo rodea.

Desde siempre he sentido pasión por el complejo y particular mundo del bonsái y ya en mi niñez dedicaba gran parte de mi tiempo a su cuidado y cultivo. Si bien no eran ejemplares muy potentes ni de mucha calidad, para mí eran simplemente los mejores porque se trataba de mis árboles. Los he venido manteniendo y trabajando con los conocimientos adquiridos durante todos estos años, poco a poco, hasta alcanzar cierta experiencia mediante los cursos a los que he ido asistiendo, así como con la lectura constante de libros especializados en la materia. También he dedicado tiempo a buscar y ver múltiples vídeos sobre bonsái en redes sociales e internet.

El confinamiento motivado por la pandemia del Coronavirus, así como mis ganas de seguir aprendiendo me animaron a decidir apuntarme, junto con otros 2 amigos de Albacete, a la escuela de Marcial, ya que teníamos muy buenas referencias por sus trabajos, su amplia experiencia y su gran conocimiento del bonsái visto como Arte. La verdad es que la decisión que tomamos no pudo ser más acertada. Tras completar su Curso Avanzado, mi conocimiento del bonsái ha llegado a alcanzar unas cotas tan elevadas que jamás hubiera ni imaginado, de un sinfín de aspectos sobre el arte del bonsái que desconocía por completo. Ahora, viendo el camino recorrido y el esfuerzo dedicado llego a la conclusión de que sin su indispensable ayuda esto no hubiera sido posible.

En definitiva, estoy muy contento y satisfecho de pertenecer a su Escuela y seguir ampliando día a día mi saber gracias a su oportuna e inestimable dedicación.

Gracias Maestro por enseñarnos y hacernos comprender el bonsai de otra manera.



Borja Zamora
(Madrid – España)

La verdad es que siempre me he sentido atraído por este arte, por toda la filosofía japonesa y su concepción tanto de lo bello, como del esfuerzo que requiere llegar a una meta que implica recorrer un largo camino. Sintiéndome identificado con estos valores, mi primera aproximación al bonsái se produjo a los 15 años con un árbol comercial. Sin saber y sin tener todavía claro lo que supondría para mí esta afición en el futuro, permití que muriera por falta de conocimientos.

No fue hasta mucho más tarde, cuando volví a acercarme a este extenso y fantástico mundo, pero con una mente más consolidada. Lo que comenzó siendo un regalo de mi hermana de su viaje a Japón en forma de «semillas de bonsai»que ahora recuerdo con gran nostalgia, se convirtió súbitamente en lo que hoy en día para mí supone una verdadera pasión. Horas y horas de estudio que con el paso del tiempo se convirtieron en meses y años de dedicación me llevaron a decidirme a comprar mi primer bonsái que a día de hoy aún conservo, un pequeño olmo.


Encontrar a Marcial, tras muchas horas de vídeos, libros, foros… ha sido como saltar desde la piscina al vasto océano que representa este gran universo que es el arte bonsái. Ver la metodología y gran pasión con la que Marcial intenta transmitir sus conocimientos y la dedicación plena que tiene al estudio del bonsái, me hace pensar que estoy recorriendo la senda correcta y que, aunque él está a muchos años de ventaja, ese es el posicionamiento con el que me siento más identificado.

Precisamente ese sentimiento preciso de que el trabajo duro es el que conduce a los resultados, y que no soy el único que busca a cada momento el poder dedicarme al aprendizaje del bonsái, es lo que me hace querer seguir en esta Escuela y avanzar cada día más y más.

Agradezco sinceramente a Marcial por enseñarme unas huellas en el camino con las que me identifico plenamente y que marcan el sendero por el que quiero proseguir esta emocionante andadura de aproximación al conocimiento de este noble arte que no parece tener fin. Mediante esta filosofía y con trabajo constante, no solo de estudio teórico, sino de evolución completa junto con mis árboles, es con la que voy a continuar avanzando hasta alcanzar mi ansiada meta.

La verdad es que podría escribir durante mucho más tiempo, pero creo que lo mejor, si os interesa conocer más la escuela de Sagunt Bonsái, es que os animéis a probar un día.

Gracias.



Ronald Llanque
(Bolivia – Sudámerica)

Me llamo Ronald y soy un aficionado al bonsái de Bolivia. Tras ver los trabajos de Marcial y descubrir su Curso online y sus Monográficos decidí contactar con la Escuela para empezar a dar las Clases. Tras haber visto ya los primeros Temas del Curso Avanzado de Arte Bonsái, no puedo hacer otra cosa más que recomendarlo al 100%. He ido formándome y estudiando bonsái con otros Maestros, pero puedo ya afirmar que los contenidos y la forma de explicar de Marcial marcan un antes y un después.

El extenso temario teórico sigue un proceso de aprendizaje lógico y empieza con el cultivo, para luego adentrarnos en las técnicas de formación y refinado de un bonsái, pasando por el diseño y la estética, para terminar con el estudio del arte de exponer o (Keido). Todos los conocimientos se explican con sumo detalle y se incide especialmente en todos los aspectos importantes de la temática tratada, obteniendo al final una idea muy precisa de los conceptos estudiados. Ahora mismo me encuentro cursando el segundo modulo, más orientado al diseño y la estética, para posteriormente adentrarme en el complejo arte de exponer de forma correcta un bonsái.

Al final, aunque no sin esfuerzo, constancia y dedicación todo acaba siendo claro y sencillo, empezando a abrir ante tus ojos un nuevo universo y una forma muy distinta de ver un bonsái.

La dedicación de Marcial por resolver todas nuestras dudas es de admirar y se nota que le mueve la enseñanza y la pasión por lo que hace.

Como último deseo solo espero seguir avanzando y aprendiendo cada día más de este maravilloso mundo que resulta ser el Bonsái.

Un saludo,

Ronald



Maite
(Valencia – España)

Siempre me llamó la atención el mundo del bonsái. De hecho había tenido de vez en cuando algunas especies, que terminaron muriéndose por falta de experiencia. Durante el transcurso del año 2015, tuve la gran suerte de conocer por medio de Facebook, a quién hoy en día es mi maestro en la Escuela Sagunt Bonsái (a la que estoy orgullosa de pertenecer). Los consejos de Marcial me ayudaron a adquirir, cultivar y modelar mis bonsáis. He tenido el privilegio de formar parte de los comienzos de mi escuela: cada clase está llena de conocimientos y disciplina japonesa, que nuestro “profe” se esfuerza en trasmitir.

Para mí, tener bonsáis es una afición que me apasiona. Ver como poco a poco se va desarrollando ese ser vivo, para acabar formando parte de ti y reflejar tu personalidad. Hay mucho por aprender, y como todo arte, el bonsái implica una gran dedicación. Se deben invertir muchas horas de estudio, para después poner en práctica los conceptos adquiridos en nuestro día a día, con lo que conseguiremos cultivar y cuidar a nuestros árboles de forma inmejorable. Si seguimos por esa senda sinuosa y no nos apartamos de ella, al final llegará un día en el que miraremos nuestros árboles y veremos en ellos otra dimensión, que nos transmitirá paz y armonía. Esta sensación nos hará sentirnos mejores como personas e indicará que finalmente hemos alcanzado nuestra meta.

Creo sinceramente que el esfuerzo y tesón habrá merecido la pena…

¡El tiempo dirá!



César Alejandro Romero
(Tucumán – Argentina)

Hola amigos. Me llamo César Alejandro Romero, soy cirujano de profesión y vivo en Tucumán (Argentina). A principios de 1990 vi en una muestra cultural de mi ciudad, una exposición de lo que parecían ser árboles metidos en pequeñas macetas. Esas imágenes provocaron una gran reacción de sorpresa y emoción en mí en aquel entonces y desde ese momento ya nada fue lo mismo. Ese día tuve la gran ocasión de hablar con la persona que organizaba la exposición (un taiwanés del que no recuerdo el nombre) y así es como inicié mi aprendizaje en el mundo del bonsái (que es como me dijo que se les llamaba a esos árboles). Desde entonces he mantenido mi fascinación por este Arte y he ido creciendo continuamente en conocimientos y aumentando mi pasión por él. Cada técnica aprendida, cada artículo leído con mayor interés (yo diría «devorado»), cada libro comprado (siempre escasos en mi país), me introducían aún más en esta adicción que es el bonsái.

Desde mis comienzos he sido totalmente autodidacta en esta afición y he tenido que luchar mucho para conseguir todo el material necesario para ponerlo en práctica. En Argentina es muy difícil encontrar un maestro que esté dispuesto a tomarte como aprendiz. En mi tierra no hay maestros de bonsái. Navegando por internet, hace 1 año más o menos, encontré un artículo de la Escuela Sagunt Bonsái y a pesar de saber que había por medio un océano de distancia, inmediatamente me puse en contacto con quien hoy es mi Maestro… Marcial Yuste Blasco. Él me ha abierto las puertas de su Escuela y no sólo me ha proporcionado material para estudiar, sino también toda su sabiduría en todos los aspectos referentes al arte del bonsái.

Mis árboles desde entonces han mejorado muchísimo y sé que van a mejorar aún más. El bonsái para mí es como un cable que me conecta a la Madre Tierra, es un momento en el cual puedo estar conmigo mismo y olvidarme de todos los problemas de mi quehacer cotidiano. He conseguido implicar a mi familia en mi afición y ellos también me ayudan y participan en el cuidado de mis árboles, como se puede apreciar en las fotos.

Mis últimas palabras no pueden ser otras que de agradecimiento sincero hacia Marcial, por haberme permitido formar parte de la Escuela y conocer a mucha gente a través del grupo de Whatsapp, que me brindan toda su amistad. Desde Argentina voy a seguir estudiando y poniendo en práctica lo aprendido, para lograr llevar a mis árboles al lugar que se merecen y devolverles todo lo que me aportan a diario, que es mucho…



Emilio Cuizara
(Bolivia – Sudámerica)

Me llamo Emilio y me dedico al mundo del arte, concretamente soy escultor. Vivo en Bolivia donde existe una creciente y cada vez más importante afición al bonsái. Este fenómeno es relativamente reciente y por ello nos resulta tan difícil encontrar maestros con el nivel y la capacidad de docencia necesarios, para enseñar todos los conceptos a veces complejos pero siempre apasionantes de esta disciplina artística.

Dentro de los diversos estilos de bonsái me decanto por los paisajes y bosques pues me resultan extremadamente evocadores. En un primer momento mi gran preocupación era hacer un buen cultivo. Aquí en Bolivia es imposible encontrar sustratos de origen japonés y por eso hemos tenido que ingeniárnoslas, para conseguir tierras alternativas de características similares y tratar de lograr de forma adecuado cultivar un árbol en maceta.

Toda estas carencias me hicieron querer avanzar en mis técnicas y por eso decidí iniciar el Curso Avanzado de Arte Bonsái que imparte online la Escuela Sagunt Bonsái. Entonces me di cuenta que hasta ese momento era como si hubiera estado ciego y a medida que he ido estudiando el temario y asistiendo a las clases, he percibido que mi visión de este bello arte ha empezado a cambiar por completo. Ahora sé que voy por el buen camino y que al final adquiriré los conocimientos adecuados para conseguir que mis obras alcance la elevada meta que me he propuesto.

Gracias Marcial por abrirme los ojos a este universo de sensaciones que no es otro que el mundo del bonsái…



Andrés Seidel
(Buenos Aires – Argentina)

Tengo 43 años, estoy casado y tengo dos hijos. Vivo en un pueblo costero de la provincia de Buenos Aires, a 700 kilómetros al sudoeste de la capital del país. Argentina posee un territorio muy extenso y con una variedad de climas inimaginable. La localidad donde cultivo mis árboles muestra estaciones muy acusadas, de inviernos crudos con frecuente viento y mucho frío (heladas de -6 ºC) y veranos sumamente cálidos y secos (40 ºC y tan sólo 30% de humedad ambiental).

Todas estas particulares condiciones climáticas convierten mi afición al Bonsái en un reto continuo. Las especies que mejor se adaptan a éstas características obviamente son las autóctonas y aquellas que tiene una distribución más agreste. Así, tengo algunos juníperos, olmos, arces, granados, bojs, acebuches… todas variedades bien adaptadas a semejante clima.

Mi interés por el bonsái surgió hace ya más de 10 años, empezando mi andadura de forma autodidacta (tan habitual para la mayoría de aficionados argentinos). Lamentablemente, en Argentina no abundan las organizaciones dedicadas a este arte que lo difundan y es muy difícil conseguir bibliografía especializada en la materia. El único lugar que muestra algún tipo de actividad al respecto es Buenos Aires (la capital), pero dadas las distancias que manejamos en nuestro país resulta muy complicado obtener apoyo de ellos.

Mis inicios fueron a base de ensayo/error, aceptando como válidos consejos de algunos que más tarde se desvelaron como meros charlatanes sin fundamentos sólidos en cuestiones artísticas. Luego vino mi primer curso básico (alambrado, poda, trasplantes…). Poco a poco y no sin gran dificulta fui aprendiendo algunos secretos del bonsái, nuevos materiales, nuevos sustratos…

La magia de internet me ofreció la oportunidad de unirme a gente del resto del mundo, que compartía consejos y experiencias. De esta manera, el año pasado casi por casualidad, surgió la posibilidad de subscribirme a la página de Bonsaikido del profesor José Manuel Blázquez, quien me recomendó inscribirme en las clases que impartía online el maestro Marcial Yuste (de la Escuela Sagunt Bonsái)… y ¡se hizo la luz! Completé el Curso Avanzado de Arte Bonsái, con el que redescubrí el bonsái, sirviéndome para darme cuenta de todo lo que había estado haciendo mal hasta ese momento. Con su inestimable ayuda fui corrigiendo todos mis errores y comencé a ver los árboles desde un lado mucho más artístico.

Desde entonces me dedico a mejorar mi material, desechar algunos ejemplares que ahora considero sin potencial y sobre todo, a sentir que comienzo a entender mediante una visión completa y global, las diferentes facetas de este noble arte como son el cultivo, la formación, el refinado o el mantenimiento de un bonsái.

Mis árboles son todos proyectos con un gran camino por delante que recorrer, pero ilusión no me falta y con los conocimientos adecuados seguro que podré ir avanzando en su evolución. El gran escollo a sortear sin duda es la carencia de material específico de fácil adquisición en Argentina. No nos queda más remedio que ser creativos e ir reemplazando algunos elementos usuales como la akadama por arcilla cocida local, o emplear herramientas no específicas de Bonsái para cubrir nuestras necesidades. Incluso el alambre resulta algo difícil de conseguir. Pero todos estos inconvenientes actúan motivándome aún más y me hacen pensar que si al final consigo crear algo digno, habrá merecido sin duda la pena el gran esfuerzo que supone practicar esta disciplina artística en mi región.

Afortunadamente el bonsái se lleva en el corazón y va más allá de fronteras y simples herramientas. Es una gran pasión y profesamos un enorme respeto por la madre Naturaleza y creo que al final lo que nos queda es un fuerte sentimiento de quien lo practica y quien lo observa, donde el árbol se convierte en un obra capaz de expresar y transmitir emociones inexplicables.

Sentado estudiando un árbol o con el riego llego a alcanzar una gran paz interior y consigo durante ese lapso de tiempo desconectar por completo del mundo que me rodea y despertar sensaciones que tenía dormidas o desconocía.

Espero seguir mejorando mi colección, no tanto en cantidad sino en calidad y estoy convencido que con los buenos consejos de mi maestro lograré alcanzar la meta que me planteo.



Integrantes de la Escuela Sagunt Bonsái (de izquierda a derecha Antonio Morena, Javier Crespo, Alejandro Morena y Dioni Juanas), visitando la II Exposición de Bonsái Benéfica de Parla (Madrid, Enero de 2017).



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