Alumnos

2 05 2020

El Ficus de Óscar Chumillas (Albacete)

Por |2020-05-02T23:55:34+02:002 mayo 2020|Alumnos|Sin comentarios

Buenos días a todos. Me llamo Óscar, soy de Albacete y formo parte de los alumnos de la Escuela.

Hoy he trasplantado este Ficus, al que aún no le he puesto nombre, pero al que acabaré bautizando pues cada vez me gusta más y le estoy cogiendo cariño. El trasplante ha resultado algo complejo y laborioso alargándose unas tres horas, pues me he encontrado un tocón en la parte inferior del árbol que me ha obligado a hacer ciertos trabajos de «carpintería», para conseguir meterlo en la maceta que me ha proporcionado nuestro compañero Emilio de El Bonsái de Reche.

Con el cambio del ángulo y nivel de plantado del árbol en su nueva maceta (para evitar líneas perpendiculares y horizontales respecto al suelo) la transformación ha sido muy significativa, tal y como también me han corroborado mis amigos bonsaistas. Yo solo soy un aficionado que hasta ahora había ido aprendiendo mediante talleres y cursos de un día, así como leyendo libros y revistas especializados en la materia.

Durante el trabajo del trasplante he puesto en práctica todas las enseñanzas de mi Maestro, que con su Escuela Avanzada enseña el Arte del bonsái. Sólo llevo dos meses de aprendizaje y soy muy consciente de que todavía tengo un largo camino por recorrer, pero los resultados son lo suficientemente impactes como para que hablen por sí solos. La imagen que muestra actualmente el árbol resulta mucho más poderosa y el equilibrio entre árbol y maceta adquiere un grado sublime. Por todo ello estoy muy agradecido a mi Maestro y me siento muy orgulloso de pertenecer a esta Escuela.

Espero vuestros consejos y comentarios para seguir avanzando y recorriendo el camino junto a este pequeñín.

¡Muchas gracias Marcial! Nos estas enseñando más de lo que nosotros mismos jamás hubiéramos llegado a pensar…

1 08 2018

Buxus Yamadori

Por |2018-08-02T18:29:35+02:001 agosto 2018|Alumnos|Sin comentarios

Días atrás, paseando por unas calles cercanas, vi un jardín abandonado donde la hierba había crecido libre y las plantas de su interior se mostraban exuberantes, extendiéndose sin orden ni control. Atrapado entre una Glicina (Wisteria sinensis) y una serie de arbustos intentaba salir adelante un Boj (Buxus sempervirens), que en su lucha por la búsqueda de luz y aire ya había perdido varias ramas gruesas. Teniendo en cuenta que en esta época en Argentina estamos a mitad de invierno y en mi localidad las heladas más severas ya pasaron, esperándose tan sólo algún episodio frío moderado de aquí a la primavera, me decidí a recuperarlo. Tras conseguir la autorización del propietario del terreno, fui a inspeccionarlo más de cerca, para valorar su potencial como futuro bonsái. A primera vista parecía prometedor, así que pala en mano comencé a desenterrarlo.

Excavé a una distancia de unos 30 cm alrededor del tronco, en todo su perímetro. Mientras creaba la zanja, iba cortando todas las raíces que se dirigían directamente hacia abajo, llegando a profundizar unos 40 cm. A continuación, localicé la raíz pivotante, larga y sin ramificaciones que procedí a seccionar.

Una vez en casa, con paciencia, pude ir desenmarañando el cepellón para descubrirlo y ver su estado. Para asombro mío, había muchas raíces finas superficiales y únicamente algunas raíces gordas creciendo de forma radial. Debido a la existencia de tantas raíces útiles, pude eliminar las gruesas a medida que iba quitando toda la tierra.

Una vez libre de sustrato pude apreciar el nebari y repasar la raíz pivotante, acortándola hasta dejar solo unos 10 cm, que me serviría como punto de apoyo hasta que las raíces superiores fueran capaces de sustentar al árbol. Al final habrá que eliminarla por completo, para conseguir una base plana y que vaya ensanchando aún más el nebari. El resultado muestra una buena distribución de raíces finas, repartidas uniformemente y de manera circular.

Seguidamente procedí a realizar una primera poda estructural en la parte aérea, elimando todos los troncos muertos, quedando al final dos gruesos y dos finos, de los que habrá que seleccionar un número impar de ellos. De estos emergían algunas pequeñas ramas, pero con un cultivo adecuado no será complicado conseguir que brote de madera vieja y seleccionar aquellos que sean necesarios para ejecutar el diseño planteado.

Como consecuencia de su búsqueda incesante en pos de luz entre toda la vegetación que le rodeaba, el boj fue postrándose e inclinando todos sus troncos en la misma dirección. Esta configuración será ideal para crear un estilo Kabudachi (múltiple tronco) o Fukinagashi (azotado por el viento). Su evolución y crecimiento después del trasplante nos ayudará a tomar una decisión al respecto. Al ser una especie de hoja pequeña, se conseguirán recrear las proporciones necesarias para recrear el aspecto de un árbol creciendo en condiciones extremas y sacarle todo el partido al material de partida.

Sin duda, lo que interesa en este momento es conseguir que el árbol recupere toda su fuerza y vigor, para empezar el proceso de formación. Por ello, se ha plantado en un cajón de madera donde la aireación permitirá un buen desarrollo radicular, que se verá reflejado en un crecimiento adecuado de la copa. El sustrato utilizado comprende volcánica al 100%, con objeto de garantizar un perfecto drenaje y que la adaptación a su nuevo medio de cultivo no presente problemas.

Ahora toca esperar y hacer un buen cultivo para posteriormente ir avanzando en su evolución. Con la ayuda de mi maestro Marcial Yuste, seguro que al final conseguiré crear un buen ejemplar, pues ya parte con una corteza craquelada muy interesante que le aporta el siempre deseado aire de vejez.

Andrés Seidel
Alumno de la Escuela
Buenos Aires (Argentina)

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